2020 es la fecha para alcanzar las llamadas “Metas de Aichi para la Diversidad Biológica”, que son 20 grandes metas establecidas internacionalmente hace 10 años para detener la impactante destrucción natural del planeta. Sin embargo, el quinto informe de la Perspectiva Mundial sobre la Diversidad Biológica publicado el martes es claro: no se cumplirán ninguno de estos compromisos, ni uno solo. Los malos resultados no solo tienen efectos negativos en las especies y los ecosistemas, sino también en los propios seres humanos.
En mayo del año pasado, el informe de la Plataforma Intergubernamental para la Biodiversidad y los Servicios de los Ecosistemas (IPBES) estimó que un millón de especies en el mundo se encuentran en peligro de extinción, y advirtió que esto afecta directamente la vida humana de calidad, este nuevo trabajo incide ahora en la actual crisis del coronavirus “ha puesto de relieve aún más la importancia de la relación entre las personas y la naturaleza”. “Mientras degradamos los ecosistemas, se incrementa el riesgo de futuras pandemias”, ha destacado David Cooper, subsecretario ejecutivo de la Convención sobre Diversidad Biológica, y encargado de presentar este quinto informe de revisión mundial.
Cooper también destacó algunos avances en su aparición distante. Por ejemplo, en comparación con los diez años anteriores, la tasa de deforestación mundial se redujo en aproximadamente un tercio entre 2011 y 2020, o el aumento de la superficie de áreas protegidas en los últimos 20 años, la superficie terrestre aumentó del 10% al 15% y en las marinas aumentó del 3% al 7%. Sin embargo, en general, la evaluación concluyó que sólo 6 de los 20 objetivos establecidos para 2020 pueden alcanzarse parcialmente.
Según el objetivo 5, para 2020, la tasa de pérdida de todos los hábitats naturales debería reducirse al menos a la mitad y, si es posible, reducirse a un valor cercano a cero. Sin embargo, la evaluación asegura que “la pérdida, degradación y fragmentación de hábitats sigue siendo elevada en los bosques” y “especialmente en los ecosistemas con mayor diversidad biológica de las regiones tropicales”. Además, “las áreas naturales silvestres y los humedales mundiales siguen disminuyendo” y “la fragmentación de los ríos sigue siendo una amenaza crítica para la diversidad biológica del agua dulce”.
El Objetivo 6 también determina que para 2020, todos los santuarios de peces e invertebrados y plantas acuáticas deben ser manejados y cultivados de manera sostenible para asegurar que las actividades pesqueras no tengan efectos adversos significativos en especies en peligro de extinción y ecosistemas frágiles. Sin embargo, debido al impacto del informe, hoy en día “una tercera parte de las poblaciones de peces marinos (una proporción más elevada que hace 10 años) están sobreexplotadas” y “muchas pesquerías aún están ocasionando niveles insostenibles de capturas incidentales de especies no buscadas y daños en hábitats marinos”.
El Objetivo 14 establece que para 2020, los ecosistemas que brindan servicios básicos, incluidos los relacionados con el agua y que contribuyen a la salud, los medios de vida y el bienestar debían haberse restaurado y protegerse.
Teniendo en cuenta las necesidades de las mujeres, comunidades indígenas y locales, así como de los grupos pobres y vulnerables. Sin embargo, según las evaluaciones, “la capacidad de los ecosistemas de proporcionar los servicios esenciales de los que dependen las sociedades sigue disminuyendo”. “En general, esta disminución afecta desproporcionadamente a las comunidades pobres y vulnerables, así como a las mujeres”, determina el trabajo, que asegura también que “las especies de aves y mamíferos responsables de la polinización se están acercando en promedio a la extinción, al igual que las especies que se utilizan para alimentos y medicinas”.
Para Gemma Rodríguez, responsable del Programa de Especies de WWF España, “todos estos datos alarmantes no tienen la repercusión que deberían tener”. “En las cuestiones de biodiversidad no se constata la urgencia que empieza a percibirse con el clima”. Fundamentalmente, esto ha sucedido porque aún no ha habido una manera de transmitir la importancia de las especies y los ecosistemas para el bienestar humano de la sociedad. “La literatura científica ya venía advirtiendo desde hace tiempo de la relación entre pérdida de biodiversidad y las zoonosis (las enfermedades infecciosas transmitidas desde los animales a los humanos), pero esto no generó ninguna alerta”, reitera.